El equipo no responde, juega mal y cuando va al frente, le falta claridad y efectividad. De a ratos se cae, pierde el dominio, son momentos en los cuales regresan las dudas. Venía muy bien con un fútbol práctico y solvente, pero el segundo tiempo ante Central Córdoba le provocó un desbarajuste total en la parte anímica. En ese partido cometió errores que no pueden repetirse. Contra Barracas Central, que estaba último en las posiciones, le pesó la responsabilidad de asumir el protagonismo para seguir peleando en los primeros puestos. No se encuentran explicaciones del bajón futbolístico en la parte técnica, pero si en la parte psicológica. Ya le sucedió en el certamen anterior cuando perdió dos partidos consecutivos y no paró hasta sumar cinco derrotas seguidas. Se espera que en la actual competencia no suceda esa experiencia negativa.
Javier Ruíz (18’ST) anotó un golazo y las consecuencias fueron tremendas. Instituto tuvo algunas oportunidades en ataque, pero nunca fue abrumador. Dio la sensación que le faltó desición. Algunos arrestos individuales mantuvieron vivo al equipo. Para reponerse necesita un juego en conjunto, imponer su idea de juego. Frente a Barracas nunca logró jugar en sociedad. Para el colmo cuando un jugador levantaba el nivel, el otro bajaba. Así de cambiante fue el rendimiento de los de Instituto. Entonces al no encontrarse como equipo es más factible que los resultados no aparezcan.