Diego Armando Maradona, inspiración de superación

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Te conocí personalmente el día que regresaste a Boca Juniors, allá por 1.995, y en ese momento tan especial para el Xeneixe y para todo el fútbol argentino has dado una lección de vida, de humildad, de códigos y de valores que muchos de los que estaban presentes no los tienen ni lo tendrán porque como aves carroñeras hablaban de vos Diego por intereses personales. En esa jornada has mostrado tu grandeza, tu enorme valor humano que ha quedado en mis retinas. Este periodista que te recuerda con un gran respeto y enorme cariño nunca se va a olvidar de aquella conferencia de prensa porque cuando estaban anotados una decena de periodistas para realizar preguntas, vos no permitiste que sean solo ellos los que iban a preguntar, sino que mirabas a la cara a quién te realizaba una pregunta y en medio del montón me elegiste para hacerte una pregunta. Nada sería raro sino fuera porque este periodista es morocho, de baja estatura, sin el prototipo que buscan las grandes empresas de comunicación y que es de un pueblo alejado de la Capital Federal, que quizás nunca llegaste a escuchar su nombre; Maimará.

Para mi esa elección fue suficiente para respetarte y amarte por siempre. Mucho más porque cuando era niño me regalaron un muñeco que era tu imagen y que todas las noches te llevaba conmigo porque soñaba con ser algún día un gran jugador como fuiste vos Diego. Sueño que se esfumó porque soy malo con la pelota en los pies, pero que me permitieron mirar el futuro con optimismo y llegar a ser periodista, un sueño cumplido que me permitió conocerte y poder hablar, aunque sea con una pregunta. Aún conservo el muñeco, un gran tesoro que mis hijos cuidan con gran amor. Diego Maradona, que descanses en paz, Dios te ha reservado un lugar a su lado.

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