Por Sergio Allende
Se cambiaron los nombres, se habló de ciclos cumplidos, de generación nueva, jugadores con proyección, con hambre que acompañen a Messi y un montón de adjetivos.
Seguimos con más de lo mismo, una selección fría, apática, sin ambición, sin hambre. Solo nos queda gracias a Dios: MESSI. Quien todavía destila pinceladas, algo del volante De Pool y nada más…
Parece que no vivimos la realidad del fútbol competitivo, donde se imponen transiciones en velocidad y nosotros continuamos a velocidad Crucero.
En un fútbol donde se imponen los duelos individuales y romper líneas, Argentina se diluía en pases laterales y hacia atrás en una mal interpretada posesión del balón. Si en tu equipo te manejan la pelota los centrales y esos centrales se llaman Otamendi y Martínez Cuarta y son incapaces de romper líneas, evidentemente algo no funciona.
Mientras tanto seguiremos bostezando, aburriéndonos frente a la TV esperando que se ilumine Lío.