Se jugaban 7 minutos adicionales cuando Adrián Martínez convirtió el gol del triunfo de Instituto de Córdoba frente a Colón de Santa Fe. Ese gol salvó a Lucas Bovaglio que estaba transitando en la cornisa porque los resultados no le acompañaban a Instituto y como era previsible el primero en dar un paso al costado debía ser el técnico. Instituto ganó después de dos derrotas consecutivas y ahora sonríe porque volvió a la senda de la victoria.
Fue un partido de alto nivel emocional, sobre todo en el final, cuando los dos equipos tuvieron llegadas claras a los arcos, donde los arqueros tuvieron excelentes respuestas y el travesaño del arco de la Gloria fue protagonista. Instituto fue superior en las estadísticas; mayor cantidad de remates, mayor posesión del balón, más tiros de esquina y mejor precisión en los pases. Además con la urgencia de lograr un resultado positivo desde el inicio del partido la propuesta de los dirigidos por Lucas Bovaglio fue jugar siempre en campo contrario, lejos de su arco. Colón se defendió con la idea de salir en contrataque, lo hizo en algunas oportunidades y generó peligro convirtiendo en figura al arquero Carranza.
Los merecimientos a veces son en vano cuando no se convierte en el arco contrario, entonces el sabor es amargo porque la justicia no está del lado de quién hizo todo para ganar. Instituto fue con fútbol, con garra, con los dientes apretados. Al final logró lo que tanto buscaba. Llegó el gol del triunfo y la tranquilidad para pensar con claridad para el futuro.