Psicología del Deporte. Por Marta Vacaflor
Las investigaciones acerca de los beneficios de la actividad física y el deporte suelen estar enmarcadas dentro del discurso médico con miras a disminuir la probabilidad de ocurrencia de patologías de origen cardiaco, respiratorio, metabólico, entre otras. Pero bien, ¿Cuál es el impacto de la actividad física en la salud mental?
Investigaciones recientes sugieren que la práctica de actividad física regular o una disciplina deportiva de alta competencia, pueden mejorar las funciones cognitivas y propiciar un mejor bienestar en personas que padecen de alguna enfermedad mental, como es el caso de un trastorno de ansiedad, depresión o estrés.
Teniendo en cuenta la perspectiva sistémica del ser humano, las funciones fisiológicas y cognitivas están interrelacionadas y los cambios o modificaciones positivas que se produzcan en algunas de ellas, van a repercutir en cambios y modificaciones en esferas diferentes del organismo humano. Esto significa que, si incorporamos buenos hábitos deportivos en nuestras vidas, vamos a obtener mejoras de las capacidades intelectuales, cognitivas, y emocionales.
Así, la actividad física ocupacional y del tiempo libre se asocian a reducciones en los síntomas de la depresión, y posiblemente de la ansiedad. También tiene otras ventajas; por ejemplo: la participación de los individuos en un deporte o en un ejercicio físico puede ayudar a construir una autoestima más sólida, una auto-imagen positiva de sí mismo y una mejora de la calidad de vida entre niños y adultos. El ser físicamente activo puede también reducir las conductas auto-destructivas y antisociales en la población joven, puede observarse la actividad física como un elemento protector para la aparición de trastornos de personalidad, estrés laboral o académico, ansiedad social, falta de habilidades sociales, disminución del impacto laboral, social y familiar del estrés postraumático.
Tenemos que reconocer el elevado potencial socializador del deporte, ya que puede favorecer el aprendizaje de los roles del individuo y de las reglas sociales, reforzar la autoestima, el autoconcepto, el sentimiento de identidad y la solidaridad. Además, algunos de los valores culturales, las actitudes sociales y los comportamientos individuales y colectivos aprendidos en el marco de las actividades deportivas, vuelven a encontrarse en otros campos de la vida como el trabajo y las relaciones familiares. Este potencial socializador que tiene el deporte puede tener consecuencias negativas o positivas, según el modo en que se establezca la interacción entre la persona que se socializa, los agentes socializadores y los contextos sociales.
Los valores que son potencialmente desarrollados a través del deporte en la escuela son: Los valores sociales: la participación de todos, el respeto a los demás, la cooperación, la relación social, la amistad, la pertenencia a un grupo, el desarrollo del trabajo en equipo, la expresión de sentimientos, el compañerismo, y demás. Y, los valores personales: Como la creatividad, la habilidad, la diversión, la autodisciplina, el autoconocimiento, el desarrollo de los logros y metas, la perseverancia, entre otros.
Esto implica que la actividad deportiva puede considerarse un elemento central y fundamental en los programas de promoción de la salud para poblaciones con y sin patologías específicas. Es importante estimular la práctica de la actividad física, debido a los beneficios probados que tiene en los procesos cognitivos en niños, jóvenes, adultos y ancianos, así como en la calidad de vida de las personas.
Fuente: Revista de Estudios Sociales.