Un partido de fútbol bien podría ser un concierto. Posee sus notas, sus acordes, sus momentos más o menos intensos. La diferencia con la música es el valor de lo disonante. Una jugada puede desafinar con el ritmo de un encuentro y aun así ser la más determinante de la noche. Van 89 minutos y el árbitro pita penal. De un lado, aparece el goleador Garcés. Del otro, el mítico Jailson. El arquero de América es una de las figuras de la noche. Al artillero le sobran estadísticas. Sin embargo, ocurre lo impensado: le erra al arco. Ni el arquero ni el punta se lucen.
La noche pedía otro desenlace. Acaso los volúmenes de talento de cada uno de los conjuntos prometían algún gol. Nada. Un final tan abierto como inesperado: 0-0. Barcelona buscará coronar su pase a la fase de grupos de local. Ocurrió inesperadamente pasar de ser semifinalista a aparecer en la fase 1. Pero pelea. Sin Damián Díaz. Ahora sin su exentrenador Fabián Bustos, flamante conductor del Santos. El orgullo y el escudo ocurren gigantes. Siempre avanzan.
América no logró sacar ventaja de local. Es cierto que el gol de visitante ya no corre, pero la localía es un arma que suele usarse. Da seguridad. Evita las incomodidad. Hace ruido. Ese rugido es el que viene cayendo desde Guayaquil.
Tercera Fase:
Martes 8 de marzo
-América Mineiro 0 Barcelona de Ecuador 0
Miércoles 9 de marzo:
Everton de Viña del Mar (Chile) – Estudiantes de La Plata
Fluminense de Río de Janeiro – Olimpia de Paraguay
Jueves 10 de marzo:
Universidad Católica de Chile – The Strongest de Bolivia